Newton y la manzana

Desde pequeño, desde los años escolares decir Isaac Newton era sinónimo de manzana y de ley gravitacional. Una manzana que habría caído al suelo, habría sido su luz: gracias a ella, se habría dado cuenta de que existe una fuerza única de la tierra que atrae hacia sí todos los objetos.


Basado, en gran parte, en un relato posterior de su biógrafo y amigo William Stukeley, quién afirmaba: “Tras la cena con clima agradable, salimos al jardín él y yo a tomar el té a la sombra de unos manzanos. En la conversación me dijo que estaba en la misma situación que cuando le vino a la mente por primera vez la idea de la gravitación. La originó la caída de una manzana, mientras estaba sentado, reflexionando. Pensó para sí ¿por qué tiene que caer la manzana siempre perpendicularmente al suelo? ¿Por qué no cae hacia arriba o hacia un lado, y no siempre hacia el centro de la Tierra? La razón tiene que ser que la Tierra la atrae. Debe haber una fuerza de atracción en la materia; y la suma de la fuerza de atracción de la materia de la Tierra debe estar en el centro de la Tierra, y no en otro lado (…) Por tanto, si la materia atrae a la materia, debe ser en proporción a su cantidad (la masa).”

Muchos se niegan a creer en el modo en que Newton cayó a la cuenta de esta ley aseguraban que era un hombre muy erudito, “estructurado”, y poco proclive a explicaciones metafóricas o tan sencillas como la de aludir a un simple fruto.














Imagen tomada de
http://-cetina-.blogspot.com/2007/10/gravedad.html

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